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Las terapias con sonidos curativos son una forma natural y sin efectos secundarios de mejorar tu bienestar. En febrero, además de celebrar San Valentín, también se conmemora el Día Mundial de los Sonidos Curativos, una oportunidad perfecta para descubrir los beneficios de esta práctica.
Si te dijeran que hay sonidos curativos como la música o ciertas frecuencias acústicas que pueden ayudarte a aliviar el estrés, reducir la ansiedad e incluso calmar el dolor físico, ¿lo creerías? Pues bien, la ciencia lo respalda. Nuestro cerebro está programado para responder fisiológica y mentalmente a los sonidos. Un estruendo repentino nos pone en alerta, mientras que una melodía suave nos relaja casi al instante. Este es el principio básico de los sonidos curativos.
De hecho, no es algo nuevo: los seres humanos han explorado la conexión entre el sonido y las emociones desde la Antigua Grecia. Hoy, con el respaldo de la investigación científica, sabemos que ciertas frecuencias y ritmos pueden estimular nuestro sistema nervioso, mejorar nuestro estado de ánimo y hasta reducir la percepción del dolor.
Nuestros oídos son la puerta de entrada al nervio vago, uno de los más importantes de nuestro sistema nervioso y el nervio craneal más largo. El nervio vago conecta el tronco cerebral con casi todos los órganos esenciales del cuerpo como el corazón, pulmones, hígado, riñones, estómago, intestinos, páncreas, bazo y vesícula. Este nervio desempeña un papel crucial en el sistema nervioso parasimpático que regula el ritmo cardíaco, la digestión y las respuestas involuntarias al estrés. La activación del nervio vago a través de sonidos curativos provoca la liberación de acetilcolina, un neurotransmisor conocido por sus efectos calmantes sobre el organismo.
Son muchos los beneficios atribuidos a las terapias con sonidos curativos, entre ellos:
Existen diferentes técnicas para aplicar terapia con sonidos curativos según la dolencia que se quiera tratar. No se usan solo para mejorar la mente sino también para tratar afecciones físicas como el tinnitus, el eczema o hasta lesiones musculares. Aquí te contamos más sobre algunas de ellas.
Terapia con música o musicoterapia: No se trata solo de escuchar tu canción favorita; puede incluir crear música con todo tipo de instrumentos, cantar, bailar, hacer movimientos al ritmo de la música o simplemente, escucharla de una manera consciente. Se ha demostrado que la música puede estimular la producción de serotonina, la hormona de la felicidad, y reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
Sonidos binaurales: Escuchar dos frecuencias ligeramente distintas en cada oído puede inducir estados de relajación profunda y mejorar el sueño. Algunas personas también usan esta terapia para aumentar la concentración y la memoria.
Ingeniería psicoacústica: Una rama reciente de la ingeniería. Esta técnica diseña paisajes sonoros personalizados para ayudar a tratar la ansiedad y otras condiciones de salud mental. Se basa en la forma en que nuestro cerebro interpreta el sonido y cómo este puede influir en nuestras emociones.
Ruido rosa, blanco y marrón: Se trata de distintas gamas de frecuencias sonoras con el potencial de crear ambientes tranquilizadores. Se usan para promover la relajación y mejorar el sueño. El ruido blanco incluye todas las frecuencias audibles con intensidad uniforme; el ruido rosa se centra en las frecuencias más bajas y el ruido marrón abarca frecuencias aún más bajas.
Medicina tradicional china: Esta disciplina ancestral usa seis sonidos curativos, una especie de mantras que se relacionan con diferentes partes del cuerpo y diferentes emociones. Se recomienda meditar durante 2 o 3 minutos antes, inhalar y producir el sonido mientras se exhala.
